Después de mi
intercambio semestral en Suiza el año 2014, tuve dos semanas enteras para
recorrer Europa con mi padre. Los países que íbamos a visitar habían sido ya
elegidos por supuesto, ya que el viaje necesitaba anticipación. Recuerdo el día que
me iba de Suiza. No estaba tan triste, porque lo peor ya había pasado para mí.
Despedirme de mis amigos latinos, un grupo de personas que jamás olvidaré y que
guardo profundamente en mi corazón. Eso había sucedido el día anterior, el cual lloré al
menos cuatro horas seguidas.
Con la maleta lista, después de haberla pesado y tener que dejar algunas cosas por la cantidad de regalos que llevaba (la mayoría chocolates), me despedí de mi padre anfitrión… Me estrechó la mano y dijo: “Un gusto conocerte, que te vaya bien en tu viaje por Europa con tu padre. Chao” Y se me pasó por la cabeza que jamás lo volvería a ver. Estos seis meses se pasaron tan rápido y llenos de locuras y sorpresas y de repente me estoy despidiendo de Marcel. Ninguno de los dos mostró mucho afecto al despedirnos...y no me pregunto porque será.
Con la maleta lista, después de haberla pesado y tener que dejar algunas cosas por la cantidad de regalos que llevaba (la mayoría chocolates), me despedí de mi padre anfitrión… Me estrechó la mano y dijo: “Un gusto conocerte, que te vaya bien en tu viaje por Europa con tu padre. Chao” Y se me pasó por la cabeza que jamás lo volvería a ver. Estos seis meses se pasaron tan rápido y llenos de locuras y sorpresas y de repente me estoy despidiendo de Marcel. Ninguno de los dos mostró mucho afecto al despedirnos...y no me pregunto porque será.
Entramos al auto con mi madre anfitriona y mi pequeño
hermano, que por supuesto estaba aprovechando los últimos momentos para
molestarme. Era temprano y estábamos puntuales, como siempre. Llegamos al
aeropuerto, al que ya había ido tres veces para despedir a mis amigos de
intercambio, y me voy a chequear. Ya todo estaba preparado y solo había que
esperar. Comimos unos snacks y llegó el momento de despedirme de ellos. Mi
madre anfitriona, que seguía feliz y riendo, me dio un gran abrazo, me deseo
suerte en mi viaje y casi me deja sin respirar. Mi hermanito creo que no pudo
darse cuenta de lo que era un intercambio hasta ese momento. Tampoco lloró ni
mucho más, simplemente fue un adiós.
Yo estaba muy emocionada. Con toda la gran experiencia que
había tenido en Suiza y todo lo que pasó en esos seis meses, me iba feliz y
satisfecha. Sentí que había algo cambiado desde que llegué a este mismo
aeropuerto, sin la menor idea de lo que este medio año me esperaba. Ver a mi
papá era algo totalmente increíble. Ya sentada en el avión, terminé de escribir
en mis relatos del intercambio y lo cerré sabiendo que era la última vez que lo
ocupaba. El viaje duró dos horas y media, las cuales pasaron literalmente
volando.
Me bajé del avión, fui a retirar mi equipaje y ahí estaba mi
padre esperándome. No lo podía creer. Para mí era algo irreal .
Corrí y nos abrazamos fuertemente, mientras mi papá me bañaba en besos. Así fue
como empezó nuestra travesía por Madrid.